Existe en la zona norte de Chile un ser mitológico cuyas apariciones son especialmente esperadas con ansias por los buscadores de fortunas. Esta criatura es el Alicanto, un pájaro fabuloso que vive entre los cerros de minerales y que se alimenta con oro y plata. Su tamaño es enorme; posee grandes alas de color metálico, un pico encorvado y patas con grandes garras. Tiene la característica de que sus alas brillan durante la noche. Si su alimento ha sido el oro, lanza reflejos dorados, y si ha sido plata, los destellos son plateados.
Si tiene el buche lleno, no puede volar debido al peso de los metales con los que se alimenta, aunque igual se puede esconder si es perseguido, en cualquier recodo o mimetizarse con el entorno, sin dejar ninguna huella, para decepción de sus buscadores.
Quienes deciden seguir al Alicanto, con la esperanza de obtener fortuna, ya que es capaz de conducirlos a los sitios exactos donde existen ricos yacimientos o a puntos donde hay algún tesoro enterrado, no deben ser advertidos por este. Si así ocurre, le desorientará caminando a veces lento, a veces rápido, o desaparecerá y reaparecerá, hasta que finalmente le arrojará una fuertísima luz que lo fulminará, cegándole en medio de un camino o al borde de un precipicio. Solo una plegaria a la Virgen de Punta Negra le puede indicar al infortunado la ruta de regreso a su hogar. Si el Alicanto siente que el que lo persigue tiene ambiciones exageradas y egoistas, lo llevará también al borde de un despeñadero, donde este morirá.
En mi caso, como buscador del Alicanto, dediqué varios días a la búsqueda, recorriendo la estepa del campo de Belchite, Azuara, Codo,….,, recorriendo kilómetros y kilómetros de polvorientos caminos, donde ubicar mi escondite mágico, y tras varios intentos, este finalmente apareció a la cita.
Este acudió a una de las escasas reservas de agua de la estepa del campo de Belchite-Azuara, una charca cuyos reflejos plateados simulaban el noble metal del que se alimenta el Alicanto. Gracias a mi escondite mágico («hide») puesto al amanecer y tras permanecer en su interior inmóvil un largo tiempo, aguantando el dolor de espalda, piernas y rodillas, y sin delatar mi presencia, el Alicanto se decidió a aparecer. En varias tandas, aparecieron las Gangas Ibéricas (Pterocles alchata) y no debía de moverme lo más mínimo, no podía fallar, no debía de mover el objetivo, no podía delatar mi presencia, que tensión !!.

Con decisión este macho de Ganga Ibérica se dirigió hacia el borde de la charca de agua, y hundío su cabeza en charco, simulando al Alicanto cuando se alimenta de plata al romper el reflejo plateado en el agua, y se dispuso a beber, y justo en ese mismo momento, me enseño el tesoro, mi fotografía soñada con este ave, bebiendo agua y con gotas salpicadas que caían. No podía estar más contento !!!.
…. Y tal y como vinieron, al poco se marcharon, pero eso sí,….., a parte vivir y disfrutar con mucha proximidad el efímero momento del encuentro, sentí una grandísima satisfacción por haber conseguido estas imágenes, grandísima ilusión como amante de la naturaleza y como fotógrafo de naturaleza.
No fue hasta llegar a casa y descargar las fotografías de la cámara al ordenador cuando fui realmente consciente del regalo que el Alicanto me realizó en esa mañana. Y que hoy con esta entrada en el blog, quiero compartir con tod@s vosotr@s, tanto las imágenes como mi sentimiento de satisfacción por haber alcanzado este reto personal detrás del que llevaba dedicando tiempo, espero que os guste !!!.