Cuando entras en el interior del hide, no sabes con exactitud lo que va pasar después, una vez que cierras todas las cremalleras, empiezas a pensar,….»¿habré escogido la ubicación exacta?», «¿tardará mucho?», «¿aparecerá por aquí? ¿por allá?», montones y montones de preguntas cruzan fugazmente por la mente del fotógrafo en un estado continuo de excitación y alerta. Por un momento, no sientes frío, calor, estás cómodo,….
De repente, generalmente unas veces antes, otras más tarde, aparece el protagonista. Muchas veces no es el que esperamos, aparece detrás del telón de nuestro escenario mental, y nuestro pulso comienza a acelerarse, la piel se vuelve terciopelo,…!que sensación!.
En esta ocasión, estaba en mi hide portátil personal (muy rudimentario) a la espera de los corzos en los Montes de Soria junto al río Duero, cuando de repente como salida de la chistera aparecieron jugueteando (presumiblemente en celo) estas dos liebres europeas. Una de ellas percibió el movimiento de mi objetivo y se quedó paralizada pero sin asustarse, pude comprobar la profundidad de su mirada durante segundos. Me permitió hacerle fotografías hasta decir basta a escasos metros de mi manta mimetizada.
Finalmente, a su voluntad, dando pequeños saltos, desaparecieron en la espesura, y como presentadores de la función, tras una breve espera aparecieron los protagonistas de la función: Los corzos, que ya conocéis de anteriores entradas al blog, os la recuerdo aquí: